sábado, 29 de octubre de 2011

-RUTA MEDIEVAL-

            La ruta de
D. Pedro Pardo de Cela


            La habitación 101 -la primera- del Hotel Amadora está dedicada a D. Pedro Pardo de Cela. Personaje controvertido donde los haya y tristemente célebre tanto por su modo y forma de muerte como por la represión con que actuó contra la rebelión Irmandiña.
            En la guerra civil de sucesión donde la reina Isabel La Católica litiga con su sobrina Juana mal llamada “La Beltraneja” casada con un infante portugués y con el tiempo reina del país vecino. El Mariscal toma parte y apoya a Doña Juana igual que la gran mayoría de los nobles que sus haciendas y posesiones estaban situadas  en la línea divisoria con Portugal. Pierden la guerra y a D. Pedro le cuesta la cabeza pese a que su mujer había conseguido el indulto real. Unos clérigos la esperan en “A Ponte do Pasatempo”, y con malas artes allí la retienen el tiempo necesario para que el verdugo ejecute la sentencia.
            No vamos a entrar a valorar la veracidad de la historia. Esta parece ser la verdadera y como tal la resumimos. Pero veamos la excursión dedicada al ilustre Mariscal:

            Dejamos el Hotel Casa Amadora a la espalda y viajando al poniente encaminamos nuestros pasos por la carretera de la costa hacia Vivero y Ferrol. Después de pasar por San Miguel y Benquerencia, a la salida de Barreiros, en la rotonda que distribuye las vías tanto del interior como costeras, tomamos la carretera de la costa y antes de entrar en la villa de Foz, a mano izquierda, cambiamos el rumbo al sur, ponemos frente a los montes y un vistoso  cartel nos indica el camino a seguir: “San Martín, Iglesia Románica”.  
En poco trecho serpenteando por un camino estrecho y angosto nos dirigimos al monte como quien dice trepando por entre los sembrados y prados.  Allí en una ladera rodeado de casas y eucaliptos se levanta en piedra soberbia y vieja la basílica de San Martín de Mondoñedo primera catedral del obispado donde sin duda el Mariscal rezó mas de dos “Pater noster”.  El templo merece una parada y algún comentario.
            Es sin duda una estructura románica posiblemente visigótica, según los entendidos, que presenta las características propias de este estilo. Comienza a construirse en el siglo X y concluye en el XII.
 Sobria y pesada, contrafuertes reveladores de su cuna y el “Agnus Dei” de la fachada sur corrobora su época por si alguna duda cabía en nuestras cabezas en lo tocante a su condición.
            ¿Cómo podían construir de esa manera hace nueve cientos años?. ¡Y las piedras!. Esas enormes piedras ¿Como las arrancaban de la montaña y como delineaban los muros  para alcanzar tal perfección en el conjunto?.
            El interior del templo tiene tres naves bien definidas y separadas por tres pares de pilares con columnas adosadas. Tres ábsides las rematan imprimiendo esa exclusividad en el trasfondo  que caracteriza a S. Martín.  El tambor de su cimborrio rectangular y raro se suma a las peculiaridades propias de la construcción.
Ya fuera de la basílica mirando al valle a pié del  atrium una fuente de la que dicen milagrosa calma la sed del visitante para incomodo del tabernero del pueblo que, querámoslo o no, vive de los sedientos mortales que aparecen por el lugar.

Abandonamos el lugar hacia Ferreira siempre entre eucaliptales y prados.  Al rato los regatos y ríos nos acompañan y rodean por todas partes encharcando los plantíos  donde de cuando en vez algún labrador se afana en cambiar el rumbo del agua en viejas acequias con el propósito de que alcance de un modo ordenado a la totalidad del huerto.
Estamos llegando al Valle llamado del Oro en gallego Valadouro. Su solo nombre indica la principal actividad minera aquí realizada en tiempos de la ocupación  romana.
En un punto el camino se bifurca y tomando el ramal de la izquierda seguimos la señal que nos indica la dirección de la torre del Mariscal. Estamos en Alfoz y como me sucede siempre que pronuncio este nombre hago el firme propósito de investigar el origen de su designación.
Valle entre montes y colinas escarpadas que no parecen hermanas de las que forman el cinturón costero nacidas en el precámbrico. Entre ellas una, la Frouxeira es parte importante de esta historia y visita obligada en la excursión. Allí  nuestro personaje resiste el asedio de las tropas castellanas hasta que al final es vendido por sus propios hombres y rendida su fortaleza al ejercito asaltante.  
En medio del valle en un cerro queda en pié todavía la torre del homenaje perteneciente al castillo del señor feudal sede actual del ayuntamiento de Alfoz. Recuerda aquellos tiempos viejos, tiempos de lucha, hambre y desesperanza. Épocas grises que mejor permanecen en el recuerdo que no vividas y sufridas otra vez porque lo protervo de la miseria y de la desventura no es sólo pasarla y soportarla, lo peor es ese convencimiento que te comprime el alma al saber que no puedes, por mucho que lo intentes, salir de la situación.
Al pié de lo que queda del castillo hacia el norte está O Castro. Resto de la aldea medieval residencia de  peones y adelantados del señor hace algo mas de quinientos años.
Próxima al conjunto se encuentra la Finca Galea singular montaje entre agua, naturaleza e historia. Diríamos… un apasionante viaje que rompe las coordenadas referenciales del tiempo hacia el pasado.
Abandonamos el valle y por una carretera bien indicada, como siempre entre cerros y eucaliptos, nos dirigimos a  la ciudad medieval de Mondoñedo punto final de nuestro relato.
La belleza del camino renuncio a relatarla. Pasado Adelán con su pazo característico penetramos en otro cordón montañoso que en poco se diferencia de los primeros salvo en las cumbres de sus montañas mas jóvenes y más escarpadas, posiblemente nacidas en el agnostozoico o en el paleozoico.
Llegamos a Mondoñedo la parada es obligada y de unas cuantas horas para bien ser. Vamos a intentar describir como merece la sede episcopal.
Al fondo de valle, en la ladera opuesta a la vía que nos trae del Valle de Oro se asienta la ciudad medieval de Mondoñedo. Queda poco de la época oscura; algún vestigio civil – Fuentes y calzadas - , parte de la catedral y un par de puentes que acaudalan varios cientos de años encima de sus arcos.
 La plaza principal será el comienzo de nuestro itinerario y por capricho del relator del templo será de lo último que hablemos.
Vemos frente a la basílica unas casas  con soportales cuyos bajos están dedicados al comercio. Parece ser que fueron propiedad de la iglesia, del cabildo concretamente y con la desamortización de Mendizabal pasaron a manos de comerciantes ricos.
Al final del recinto saliendo  a mano izquierda está el palacio del obispo construido entre los siglos XVII y XVIII. Desde el punto de vista arquitectónico es un edificio híbrido dadas las reformas y añadidos que a lo largo del tiempo se fueron superponiendo. Eso sí, en la capilla y en los interiores el neogótico es referente innegable.
Del otro lado de la calle una fuente llama nuestra atención. Fue construida allá por el siglo XI.  Abovedada, importante por lo que su porte muestra y rematada en piedra con varios escudos Entre ellos, uno representa al águila bicéfala. Seña indiscutible del interés real que en su momento demostró el emperador por el manantial y su utilidad pública.
Calle abajo y por la acera del palacio del obispo topamos con un edificio de piedra, grande y cuadrado con varios pináculos en su fachada principal. Es el Seminario Mayor Santa Catalina. Actualmente seminario, colegio y hospedaje. Comienza su construcción en el siglo XVI aunque su mayor  apogeo lo alcanza bajo el auspicio y protección del rey Carlos III.
En otra parte de la ciudad, en lo alto,  no podemos dejar de visitar la Iglesia de Nuestra Señora de Los Remedios ( S. XVI) y el Hospital San Pablo (S. XVIII) ambos en el “Campo dos Remedios”.
En los montes de enfrente del parque antedicho advertimos allá a lo lejos la silueta vieja y desmantelada del monasterio de Los Picos. Se funda en el siglo XIII por los frailes franciscanos y se remodela durante el XVIII. Estuvo habitado hasta el año 1967. Actualmente está  en ruinas.
Ya por último hablaremos de la catedral.
Como no podía ser de otra manera el templo es el centro de la ciudad. La mayor parte de las ciudades medievales con catedral crecieron y se gestaron al lado de ésta y la de Mondoñedo no es una excepción.
            El origen tanto de la catedral como del obispado lo podemos situar alrededor de los siglos noveno y décimo. La diócesis de Lugo cede al norte,  lindando con el mar, una serie de terrenos para que se funde la sede episcopal mindoniense. Como anteriormente comentamos es el origen de S. Martín pero debido a las incursiones de los pueblos del norte –Vikingos sobre todo- se decidió trasladar dicha sede al interior ubicándola definitivamente en el valle que ocupa en la actualidad.  Pero, hablemos de la arquitectura del templo:
            Es en su origen de estilo románico con naves de crucería y tres ábsides desiguales (Dos pequeños y uno mayor). Columnas adosadas y rosetón importante en su fachada principal que nos recuerda al del Monasterio de Santa María de Meira.
            Con el tiempo se reforma siendo el gótico la condición primordial pudiendo contemplar en las naves laterales el endose de arbotantes al románico tardío originario.
            A un lado de la nave lateral derecha y con acceso tanto desde el palacio del obispo como desde la misma catedral, está un pequeño claustro al que algunos del lugar llaman “Del Rosario”; fue construido en el siglo XVII e impresiona su sobriedad y sencillez. En medio tiene un crucero muy curioso donde, en una de las caras,  una talla en cantería representa  la asunción de la Virgen.
            Otra vez en la nave principal justo bajo las tubas del órgano unas pinturas murales medievales recuperadas bajo el estuco muestran en varios episodios la decapitación de los inocentes.
            Salimos de la iglesia mudos como muertos después de ver, sentir y transportarnos en el tiempo a aquellos siglos fríos y grises donde el sentimiento religioso y las ocupaciones que ello conlleva  ocupaba una gran parte del tiempo de los pobres mortales.
            Un vistazo breve a la fachada principal y los adornos en piedra llaman nuestra atención. Son mazorcas de maíz. Claro…, el primer conquistador que tajo de América el cereal antedicho era natural de Mondoñedo o… quizás su esposa; en eso tampoco se ponen de acuerdo los historiadores.
Siguiendo nuestro “garbeo” por la plaza llegamos a la estatua de  Álvaro Cunqueiro boticario para más señas aunque  conocido y famoso escritor en lengua gallega que supo extraer como nadie el paralelismo entre “…el mundo gallego y su modo de comer.” Muy cerquita de D. Álvaro  en una piedra clavada en la tierra vemos una lápida de mármol recordando la ejecución en ese lugar del personaje de nuestra historia. Cuenta la leyenda que cuando la cabeza del mariscal fue cercenada por el verdugo  al caer al suelo del cadalso repetía “Credo, credo, credo…”  pero el populacho en un arrebato de rabia por la injusticia que se acababa de cometer interpretó: “Clero, clero, clero…”
            Hemos concluido el relato por esta semana, quizá un poco triste en su final pero no cabe duda que instructivo e interesante en su conjunto y pensando el de la semana que viene tampoco se me alegra demasiado el alma. Hablaremos de Raimundo Ibáñez, el Marqués de Sargadelos. Pero bueno, eso será la próxima semana si vivimos.
Hasta ella amigos.

             

domingo, 16 de octubre de 2011

LAS ROSQUILLAS DE ANÍS

Como comentamos la pasada semana “Posiblemente” en una semana añadiríamos a nuestro recetario las rosquillas de anís. No podemos dejar cojo al guiso de congrio.

Siguiendo nuestras pesquisas en diferentes libros de cocina y de diferentes épocas el procedimiento viene a ser el mismo variando en el tiempo lo justo para adaptarse tanto a las costumbres como a los ingredientes al uso.
            En el libro “El Arte de la repostería” 1 escrito por Juan de la Mata en el año 1747 hablando de las rosquillas se centra más en la mecánica del proceso que en los ingredientes mismos. Añade almendra y azúcar en cantidad y el procedimiento –propio de aquel tiempo-  hoy nos parecería grosero y burdo. Como anexo y curiosidad incluimos la receta textual.
            En “Manual Práctico de Cocina” 2 publicado por Imprenta Casa de Beneficencia en la ciudad de Valencia en el año 1888 llama a las rosquillas de anís Rosquillas Castellanas. Aunque la preparación y obtención de la pasta está más o menos actualizada en vez de freír las roscas en aceite las hornea.
            El “Picadillo” 3 ya considerado como uno de los primeros libros de cocina moderna, distingue entre rosquillas de anís y rosquillas castellanas. De este libro sacaremos una receta de horneado.
            Y tanto  La Enciclopedia de la Repostería4   como La Cocina Monacal 5  refieren la receta y procedimiento utilizado comúnmente en las cocinas y obradores modernos.
            No seguimos consultando y aludiendo a otros libros porque al final acabamos redundando en los ya citados. Veamos las recetas.

            Cronológicamente empezaremos por la de Picadillo.
“Rosquillas de anís bañadas: Se baten dos yemas de huevo, media libra (275gr. Aprox.) de azúcar y unos granos de anís, añadiendo la harina necesaria para que la masa tome consistencia. Se deja reposar un poco después de amasada y cuando está correosa se forman las rosquillas y se cuecen en el horno sobre latas engrasadas.
Ya cocidas, se les da un baño que se forma con un batido de tantas cucharadas de azúcar pulverizado como claras de huevo y una vez bañadas se sacan del horno.”

            La Enciclopedia de la Repostería apunta:
“Rosquillas de Anís”:
Ingredientes:
-          1 Huevo
-          100 gr. De azúcar
-          300 gr. De harina
-          Una pizca de sal

-          1 decilitro de anís
-          ½ decilitro de aceite
-          Raspaduras de corteza de limón



Se bate el huevo hasta que esté bien esponjoso, se agrega las raspaduras de limón y el azúcar así como el anís, el aceite y finalmente la harina mezclada con la sal. Se remueve hasta formar una masa que no se pegue a los dedos. Cogiendo una pequeña porción de masa rodándola con la mano hasta hacer un cordón que se unirán por los extremos. Se fríen en abundante aceite muy caliente. Se espolvorean con azúcar Glasé. “

            Los dos métodos están expuestos. Es cosa vuestra elegir la que más os gusta. Que aproveche y hasta la próxima semana.     

__________________
1)       Arte de Repostería. // Juan de la Mata// 1747// Edición facsímil.
2)       La Cocinera Moderna// Imprenta Casa de Beneficencia. 1888
3)        La Cocina práctica por Picadillo // Edi. Facsímil
4)       Enciclopedia de la Repostería  // Ed. Gassó Hermanos
5)       Cocina Monacal // Ed. Planeta// 1996

           

LA RUTA DE LOS ORÍGENES . POR EL EO HASTA EL MIÑO

Como comentaba la semana pasada vamos a describir lo mejor que podamos las rutas recomendadas desde los hoteles Amadora y A Mariña. Digo “mejor que podamos” porque esta es la tierra de las mil facetas de los mil colores y de una diversidad tal que nos faltan palabras para reflejar en justicia lo que nuestros ojos ven.
Vamos a comenzar por la “Ruta de los Orígenes” es decir, la que remonta el río Eo hasta el  Miño.
Dejamos Ribadeo a la espalda y siguiendo la nacional  640 en dirección a Lugo bordeamos la ría por el lado gallego. Si coincide en marea baja vemos el enorme trabajo de arrastre del río. Millones de toneladas de fango se depositan a nuestra izquierda producto de una sedimentación prodigiosa que dura siglos y siglos. El barro da pié y sustento a uno de juncales de abrigo más interesantes del norte peninsular. En los tiempos otoñales, descansan miles de anácidas que, cansadas del viaje, reponen fuerzas antes de proseguir su viaje anual hacia el sur en busca de latitudes con temperaturas más suaves.
            A la izquierda queda Vegadeo. Curiosa e interesante villa de la que hablaremos en la ruta Tierra Entre Ríos (Del Navia al Masma).
 Seguimos los meandros y por un valle precioso de terrenos sedimentarios. Llegamos a Ria de Abres. Pueblo que vive de la agricultura, ganadería y de la pesca de río. Pertenece al concejo de Trabada y es, de este ayuntamiento, el único núcleo urbano de importancia al pié de la  N-640 y de marcado carácter fluvial.
Continuamos subiendo hacia el sur y llegamos a  Vilarbetote; su patrono San Bricio se celebra en el último mes del año. Las granjas de vacas –con su  característico olor a silo- se esparcen por las laderas rodeadas de pastizales y tierras de labor donde al final del verano el maíz cubre todo lo que la vista alcanza.
San Tirso de Abres. Comparte el pueblo ambos márgenes con el Eo de igual modo que comparte comunidad. Una parte de la población pertenece a Galicia y otra a Asturias. Las tierras de sedimento del río ofrecen una admirable huerta bien cuidada, parece roturada con escuadra y cartabón. Desde la gasolinera del pueblo disponemos de una considerable altura desde donde comprobaremos  este pormenor. Saliendo hacia Lugo, a mano derecha,  hay una pequeña capilla del siglo XVII que nada perdemos si pasamos a visitarla y ojeamos el valle desde su peculiar atalaya.
Más carretera en contra de la corriente y el Eo nos acompaña por la izquierda ofreciéndonos meandros delimitados de tupida vegetación; paraíso sin duda de sufridos y esforzados pescadores.
Llegamos a Puente Nuevo. En el medievo e incluso antes ya se explotó el mineral en estas tierras que por cierto fueron compartidas después del siglo XII tanto por el monasterio cisterciense de Santa María de Meira como por las familias Pardo de Cela y Osorio.
 A principios del siglo XX fue el centro de la siderurgia y de la minería del norte lucense y del occidente asturiano. Aquí terminaban varias vías de ferrocarril por las que se realizaba el transporte de mineral de hierro hacia los altos hornos desde las minas y pozos de su extracción. Siguen en pié cinco de los hornos. En la actualidad están restaurados y dedicados a museo. Visita obligada al paso por la localidad.
El camino se hace empinado, como escalando por entre los cerros cubiertos de denso arbolado. Pasamos por Xudán aldea asentada en una antigua judería que ocupa todo el margen derecho de nuestra vía, algún día escribiremos algo sobre el tema.
 Concluida la subida llegamos al Marco de Alvare. Alcanzamos la meseta de Lugo, esa altiplanicie que se eleva más de quinientos metros sobre el nivel del mar. Durante el invierno es zona de hielos, nieves, nieblas y calimas. Bien lo saben los paisanos del lugar…
Muy prontito llegamos a Meira. Aquí haremos una parada especial.   Es la cabecera de la comarca Terras de Meira; circunscripción que abarca los pueblos y haciendas que rodean la villa en una extensión considerable.
El origen parece estar ligado al cenobio que los monjes bernardos provenientes del  monasterio de Santa maría de Oseira crean allá por el año 1143. Es una fundación de cierta importancia que con el tiempo y gracias a las innumerables donaciones, sus tierras llegarán a estenderse hasta la costa.1
Renunciamos a comentar tanto el emporio como la época florida del monasterio. Baste decir que fue la primera escuela de filosofía de España y que su biblioteca durante la Desamortización de Mendizabal llenaba veinte carros de bueyes.2  
Producto de la antedicha desamortización el monasterio desaparece y en la actualidad solo queda la iglesia y la fachada neoclásica del ayuntamiento junto con algunas estructura desligadas y aisladas como la casa del cura, la “Circa Claustralis”3 o el “Monasterium alveo”4 .
La basílica es una joya del románico tardío. Los contrafuertes, el rosetón de la fachada principal, la distribución interna de las naves o la puerta principal son referentes en su género.  
Pegado a la iglesia vemos un cartel indicativo con su flecha que indica: “Nacimiento del Miño” . Seguimos la señalización y después de remontar la sierra llegamos al Pedregal de Irimia. Lugar mágico donde los haya formado por la morrena terminal de un glaciar donde los cantos aborregados se dispersan por doquier. Debajo de esas singulares rocas nace a borbotones un chorro abundante de agua clara y muy fresca. Estamos en el auténtico nacimiento del Río Miño.
Nuestro viaje ha concluido, pero aprovechando, nos acercamos a Viladonga. Castro prerromano cercano a Meira que merece la pena conocer y visitar.
Está perfectamente escavado. Su museo y biblioteca muestran al visitante el emporio de pueblos y conocimientos desaparecidos habitantes de estas tierras hace más de dos mil años y que su medio de subsistencia no variaba gran cosa de los tiempos actuales.
Cansados, satisfechos y a la vez entristecidos acabamos nuestro recorrido. Regresamos a la Sierra de Meira donde en una casa rural conocida repondremos fuerzas y ordenaremos nuestras mentes e impresiones del viaje. Allá, en el monte disfrutando de un vaso de vino tinto contemplando, atónitos, como el sol se pone en el horizonte.
Hasta muy pronto amigos.

__________________
1)       En el escudo de Trabada figura un brazo con cogulla blanca, mitra y báculo abacial.
2)       Cuentan los paisanos que veinte carretas de bueyes llevaban los libros de la abadía hacia Portugal en su destierro durante la desamortización.
3)       Muro que separa la clausura monástica del exterior.
4)       Canal del monasterio que surtía a los molinos.